Episodio 73. En qué tengo que pensar cuando hago yoga
Hay una duda que aparece muy a menudo en clase, y no solo entre principiantes:
¿Dónde debería tener la mente mientras practico yoga?
¿Tengo que pensar en la alineación? ¿En la respiración? ¿En no perder el equilibrio?
La respuesta no es un “esto sí y esto no”, porque depende de lo que busques con tu práctica. Pero sí hay una certeza: lo importante no es lo que piensas, sino cómo estás presente.
Vamos a profundizar.
Pero antes de empezar te voy a invitar a echar un vistazo los cursos de yoga online en los que te enseño a tener una practica personal autónoma y adaptada a tus necesidades, sin depender de vídeos o meditaciones guiadas, y lo más importante, a crear tu estilo de vida yogui con el objetivo de sacar la felicidad fuera de la caja.
Cuando haces asana… ¿qué estás realmente entrenando?
Muchas personas practican yoga como si fuera una tabla de ejercicios. Repiten secuencias, corrigen posturas, intentan llegar más lejos, más profundo, más “perfecto”.
Pero a menudo, terminan la clase con la sensación de que algo falta. Que han movido el cuerpo, pero no se han encontrado. Que han estirado músculos, pero no se han sentido más cerca de sí mismas.
Y es normal que eso ocurra cuando la atención está volcada hacia fuera:
– en si la postura se parece a la del vídeo
– en si están haciendo “lo correcto”
– en si han cumplido con una serie de movimientos
Pero el yoga no es cumplir. Es escuchar.
La trampa del juicio constante
Si practicas desde la exigencia, la comparación o la idea de “superar” algo, lo que estás entrenando no es presencia, sino más control.
Y eso, sin darte cuenta, puede reforzar justo lo que el yoga quiere ayudarte a soltar:
- el hábito de querer hacerlo todo perfecto,
- la dificultad para sentir el cuerpo desde dentro,
- el juicio constante hacia ti misma.
Entonces te preguntas:
¿Y si no tengo que pensar en “hacerlo bien”? ¿Entonces en qué tengo que pensar?
Lo que sí importa: entrenar la presencia
La práctica de asanas no es solo una secuencia de posturas:
Es un laboratorio para entrenar cómo te relacionas contigo misma.
Y para eso, necesitas cultivar un tipo de atención distinta a la que usas en tu día a día.
No es una atención analítica ni de evaluación.
Es una atención sentida, que nace del cuerpo y se sostiene con cada respiración.
Lo que sí puedes observar durante la práctica
Aquí algunas claves para que tu mente esté en sintonía con tu cuerpo durante las asanas:
1. La respiración
Es tu ancla. El ritmo de tu respiración te dice mucho más que si estás alineada “correctamente”.
¿Se vuelve agitada o contenida? ¿Fluye libre o se bloquea?
Escúchala. Ajusta la postura a la respiración, no al revés.
2. Las sensaciones físicas internas (interocepción)
¿Notas calor? ¿Tensión? ¿Temblor? ¿Apertura?
Sentir desde dentro es clave. Este tipo de atención se llama interocepción, y es lo que te conecta con el momento presente.
Neurocientíficamente, cuando entrenas la interocepción, activas zonas del cerebro como la ínsula, relacionadas con la autorregulación emocional, la compasión y la conciencia corporal.
Es como pasar de ver una foto de ti misma a habitar tu cuerpo con toda tu atención.
3. La alineación como camino, no como fin
Sí, es importante cuidar cómo colocas el cuerpo, pero no para verte bien, sino para encontrar equilibrio, espacio y sostén interno.
La alineación es una guía, no una meta.
4. La actitud mental que emerge
Obsérvate:
¿Te frustras? ¿Te juzgas? ¿Te apresuras?
Ese diálogo interno es oro puro para conocerte. No tienes que cambiarlo, solo observar y respirar con él.
5. La cualidad con la que te tratas
Esto es quizá lo más importante:
¿Te tratas con dureza o con amabilidad?
¿Eres paciente o impaciente contigo?
La postura es solo una excusa para que te observes desde otro lugar.
La ciencia lo confirma: yoga no es solo cuerpo
Estudios en neurociencia y psicología somática demuestran que las prácticas que combinan movimiento consciente, atención interna y respiración, como el yoga, tienen un impacto directo en el sistema nervioso:
- regulan el eje del estrés,
- aumentan la resiliencia emocional,
- mejoran la conciencia corporal,
- y generan mayor conexión con los propios valores y necesidades.
No es magia. Es neuroplasticidad.
Cuando llevas la atención al cuerpo desde la escucha (y no desde el juicio), entrenas nuevas vías neuronales.
Literalmente, aprendes a estar de otra forma en ti.
¿Y si dejo de hacer yoga para hacerlo “bien” y empiezo a hacer yoga para encontrarme?
Quizá la pregunta no sea “en qué tengo que pensar”, sino:
¿cómo puedo estar más presente en lo que siento?
¿cómo puedo usar esta postura para conocerme un poco más?
Eso es yoga.
La asana es solo el soporte. Lo importante es lo que ocurre mientras estás en ella.
Si quieres aprender a practicar así, Enyógate te acompaña
En la escuela online Enyógate, no solo te enseño cómo hacer una postura.
Te acompaño a desarrollar una práctica desde dentro: sentida, viva, libre de autoexigencia.
Si estás empezando desde cero, el curso de iniciación al yoga es perfecto para ti. En él aprendes las bases para construir una práctica consciente y adaptada a ti.
Y si ya practicas pero quieres ir más allá del cuerpo, la Mentoría Samadhi te guía durante 6 meses para integrar el yoga en tu estilo de vida, con claridad, acompañamiento y profundidad.
Descubre cómo transformar tu práctica… y tu forma de estar en el mundo.
Te agradezco mucho que hayas decidido compartir este ratito de yoga conmigo, me encantará que me dejes un comentario en Spotify, en nuesto canal de Telegram o RRSS y sobretodo, muchas gracias por unirte a La Escuela online en Enyógate.com, porque de esa manera lo que hago cobra sentido y además me ayudas a que pueda seguir ofreciendo espacios como este.
Te espero en el próximo episodio. Que tengas un día estupendo, consciente y lleno de sentido. Namasté.
Deja una respuesta