Por qué me cuesta meditar


Episodio 71. ¿Por qué me cuesta meditar?


Hoy vamos a explorar las posibles respuestas a la pregunta del millón: ¿por qué me cuesta meditar?

Es una pregunta que se repite una y otra vez entre los alumnos, tanto los principiantes como los que ya llevan un tiempo de práctica y por circunstancias sienten que algo ha cambiado y les cuesta más de antes.

Si te cuesta meditar y crees que no es para ti, en el episodio de hoy te cuento las causas reales y cómo empezar a meditar sin frustración ni autoexigencia.

Pero antes de empezar te voy a invitar a echar un vistazo los cursos de yoga online en los que te enseño a tener una practica personal autónoma y adaptada a tus necesidades, sin depender de vídeos o meditaciones guiadas, y lo más importante, a crear tu estilo de vida yogui con el objetivo de sacar la felicidad fuera de la caja.

“Quiero meditar, pero no puedo”

Muchas personas se acercan a la meditación con una mezcla de curiosidad, deseo de paz y ganas de cambiar su estado mental. Tal vez tú también has sentido ese impulso: te sientas, cierras los ojos… y a los pocos segundos, algo se descontrola. Tu mente va a mil, no paras de pensar en la lista de tareas, te molesta la postura, se te duerme el pie, te desesperas. Y te dices: “esto no es para mí”, “yo no puedo meditar”.

Es frustrante. Porque parece algo tan simple, y sin embargo, cuesta. Mucho más de lo que imaginabas.

Y lo más triste es que esa dificultad inicial hace que muchas personas abandonen la práctica antes de darle una verdadera oportunidad. Sin saber que todo eso que les está pasando es completamente normal. Que meditar, como cualquier habilidad valiosa, requiere tiempo, entrenamiento y autocompasión.

Meditar es un entrenamiento gradual, no un talento innato

La meditación es una práctica sutil, profunda y tremendamente poderosa… pero no siempre es fácil. Y menos en el contexto de vida moderno en el que vivimos: acelerado, saturado, lleno de estímulos y urgencias.

Nadie nace sabiendo meditar. Meditar se entrena. Y como cualquier entrenamiento, tiene su curva de aprendizaje.

Lo primero es entender que la meditación no es relajación. Es un ejercicio de atención, una gimnasia para la mente. Y como tal, necesita preparación.

Cuando la energía está muy alta

Si tu energía está muy alta, es como si tu sistema nervioso estuviera en alerta. Y pretender pasar de ese estado a uno de calma profunda sin ningún tipo de transición puede ser contraproducente. Por eso, es clave preparar esa bajada. Respirar con conciencia, alargar la exhalación, hacer movimientos suaves que inviten al cuerpo a soltar tensiones. El pranayama aquí no solo es útil: es esencial ya que ayuda a equilibrar el sistema nervioso y crear el espacio interno necesario para entrar en meditación.

Empieza por un pranayama suave: respiración consciente, ritmada, pausada. Baja las revoluciones internas antes de sentarte a observar tu mente. Técnicas como Nadi Shodhana o Sama Vritti son especialmente eficaces para calmar la agitación y crear una base estable.

¿Tu cuerpo está incómodo?

Si tu cuerpo está incómodo, tu mente se va a aferrar a ese malestar. El cuerpo es nuestro vehículo en esta vida, y también en la práctica meditativa. Si intentamos sentarnos a meditar después de todo un día sentadas en una silla, con rigidez en la espalda y tensión acumulada, lo más probable es que el cuerpo se queje. Y su queja será tan fuerte que no nos dejará ir hacia dentro. Por eso, una secuencia corta de asanas —aunque solo dure 5-10 minutos— puede marcar la diferencia. Estiramientos suaves, apertura de caderas, movilización de la columna y hombros. Ayudan a soltar tensiones, mover la energía y preparar el cuerpo para la postura de meditación.

Posturas como Baddha Konasana, Supta Matsyendrasana o simplemente un gato-vaca lento pueden ayudar muchísimo. Y si necesitas apoyos, úsalos: cojines, bloques, mantas… todo lo que te permita estar cómoda y erguida sin esfuerzo excesivo.

¿Estás emocionalmente removida?

Si estás atravesando un momento emocional difícil —ansiedad, tristeza, bloqueo, estrés, duelo—, la meditación puede parecer inalcanzable. A veces incluso dolorosa, porque te conecta con lo que llevas tiempo intentando no sentir. Apóyate también en asana y pranayama, ya que serán una ayuda inestimable en estos momentos. Y sobretodo, aceptación, paciencia y mucho amor.

En lugar de huir de la meditación, acompáñate. Practica con suavidad, sin expectativas. A veces lo más valioso no es meditar “bien”, sino simplemente estar contigo sin juicio. Dejar que las emociones se expresen sin juicio, acogiéndolas con compasión es sanador. Aunque parezca lejana, tu paz está volviendo a ti cada vez que te permites ese ratito de una meditación que ahora te parece “incorrecta”.

Relaja la exigencia

Porque como si eso fuera poco… te exiges. Te juzgas. Te dices que deberías poder, que no lo estás haciendo bien. Que algo falla en ti.

Pero nada falla en ti. Estás exactamente donde necesitas estar. Solo que te estás saltando los pasos previos. Y eso lo cambia todo.

Y si aun así sientes frustración por no lograrlo Recuerda las enseñanzas del Yoga Sutra I.12:

Abhyasa (práctica constante) y Vairagya (desapego del resultado)
Son los dos pilares del camino del yoga. Practica, sin esperar que hoy sea perfecto. Solo practica. Y vuelve. Una y otra vez.

La meditación no es lineal. Es cíclica. Algunos días será fácil, otros parecerá imposible. Algunos días sentirás paz, otros solo incomodidad. Pero todo forma parte de la práctica. Y cuanto más la sostienes, más vas abriéndote al verdadero regalo de meditar: conocerte de verdad, sin máscaras. Aceptarte en todas tus formas. Estar contigo.

Y eso sí que transforma.

Te acompaño en este camino

Si estás empezando, si te cuesta meditar, si crees que “esto no es para ti”… te lo digo desde la experiencia: sí es para ti. Solo necesitas un camino más humano, más realista, más acompañado.

En el curso Mente en calma, mente feliz te enseño desde cero cómo cultivar una práctica de meditación amorosa, constante y sostenible. Aprendemos a preparar el cuerpo, calmar la mente, gestionar el malestar, y sobre todo: a dejar de exigirnos perfección. Porque la meditación no es para hacerlo bien. Es para sentirte mejor.

Te agradezco mucho que hayas decidido compartir este ratito de yoga conmigo, me encantará que me dejes un comentario en Spotify, en nuesto canal de Telegram o RRSS y sobretodo, muchas gracias por unirte a La Escuela online en Enyógate.com, porque de esa manera lo que hago cobra sentido y además me ayudas a que pueda seguir ofreciendo espacios como este.

Te espero en el próximo episodio. Que tengas un día estupendo, consciente y lleno de sentido. Namasté.

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