Episodio 67. No soy lo que hago: soltar la necesidad de validación externa y reconectar con tu propósito
¿Alguna vez has sentido que si dejas de hacer, tu valor cambia?
Que si no estás produciendo, cumpliendo, sirviendo, no eres suficiente.
Que hay algo que no te has ganado todavía.
Que si te paras, algo dentro se desmorona.
En el episodio de hoy vamos a hablar de esa trampa invisible pero poderosa: la necesidad de validación externa. Esa fuerza silenciosa que nos lleva a vivir para agradar, para demostrar, para ser vistos… y que muchas veces nos aleja de nosotros mismos. Vamos a ver cómo esta necesidad de reconocimiento puede estar profundamente relacionada con el cansancio físico y mental del que ya hemos hablado otras veces, de vacío y desconexión, y cómo el yoga nos ofrece una vía de liberación y de propósito real.
Pero antes de empezar te voy a invitar a echar un vistazo los cursos de yoga online en los que te enseño a tener una practica personal autónoma y adaptada a tus necesidades, sin depender de vídeos o meditaciones guiadas, y lo más importante, a crear tu estilo de vida yogui con el objetivo de sacar la felicidad fuera de la caja.
Vivir para ser reconocidos
Para muchas personas, la vida se ha convertido en una lista interminable de tareas, compromisos, obligaciones, expectativas por cumplir. No solo lo profesional: también ser buena madre, buena pareja, buena amiga, estar disponible, ser útil, hacer las cosas “bien”.
La raíz de esta hiperexigencia a menudo está en la búsqueda de aprobación. Un “mira todo lo que hago” que, en el fondo, esconde un “¿me ves? ¿soy valiosa/o así?”.
Y claro, esa forma de vivir pasa factura.
Porque no solo cansa el cuerpo. Es algo mucho más profundo, nos desconecta de nuestra esencia.
La mente no para. El cuerpo pide ser escuchado, pero la mente responde con culpa. Nos decimos que no es para tanto, que otras personas pueden con más, que hay que seguir. Y así, poco a poco, nos vamos alejando de nuestro propósito real, de lo que nos nutre de verdad.
¿Quién soy cuando no hago?
Lo más duro no es parar.
Lo más duro es mirar lo que aparece cuando paramos.
La incomodidad. El vacío. La inseguridad.
Esa voz que dice: “¿y ahora qué haces? ¿quién eres si no estás produciendo? ¿quien eres si no cumples con lo establecido?”.
Muchas veces no seguimos haciendo por pasión o por amor, sino por miedo. Miedo a no ser vistas. A no estar a la altura. A que no nos quieran. Miedo a sentirnos inútiles o sin propósito si no estamos ocupados, si no cumplimos expectativas.
Y ese miedo alimenta el bucle de agotamiento. Un cansancio profundo que no se cura con dormir una noche.
Porque no es solo físico. Es existencial.
Cuando vivimos desde la exigencia externa, no solo nos agotamos. Perdemos la libertad. Perdemos la alegría. Y en el fondo, nos perdemos a nosotros mismos.
La visión del yoga: soltar la identificación con el hacer
El yoga enseña que no somos nuestras etiquetas, nuestros logros ni nuestras tareas.
No eres madre, profesora, emprendedora, hija, pareja. Esos son roles, funciones que cumples.
Pero tú… tú eres mucho más.
👉🏼 Yoga Sutra II.6 habla de Asmita, el ego construido por identificación errónea con lo que no somos.
👉🏼 Bhagavad Gita II.47 nos recuerda que “tienes derecho a la acción, pero no a los frutos de la acción”. Es decir: haz, pero no te identifiques con el resultado.
Cuando vivimos identificadas con el hacer y el cumplir, nuestra energía vital (prana) se bloquea. El cuerpo se endurece, la mente se acelera, y la vida pierde sentido.
Desde el yoga, se propone una vuelta al Ser. Una desidentificación paulatina con todo lo externo para recordar la verdadera esencia.
Una práctica de yoga consciente no es solo ejercicio. Es una forma de recordarte quién eres más allá de todo lo que haces.
Volver al Ser, no al hacer
No hace falta hacer más.
Hace falta volver.
Volver a ti. A tu cuerpo. A tu respiración. A tu presencia.
Escucharte a ti para dejar de escuchar afuera, porque el cuerpo sabe lo que quieres y necesitas antes de que la mente lo haga consciente. Y cuando no hay coherencia hay lucha, angustia, desconexión.
El yoga ofrece un camino suave y poderoso para eso. A través de:
- Asanas que te trae de vuelta al cuerpo para escuchar tus necesidades y deseos profundos.
- Pranayama que calma la mente y desbloquea la energía.
- Meditación que te enseña a observarte sin juicio.
- Atención plena que te saca del automático y te devuelve al presente.
Y no necesariamente necesitas una rutina de 90 minutos. A veces, unas respiraciones conscientes son suficiente. Unas pocas asanas hechas con presencia. Llevar la atención al día a día.
Todo depende de tus circunstancias, por eso es tan importante tener una práctica personal de yoga.
Menos es más. Lo esencial basta.
Y cuando la energía comienza a volver, también vuelve la claridad. El propósito. Las ganas.
Pero esta vez, desde dentro.
No tienes que demostrar nada. No tienes que ganarte nada. No eres lo que haces. Ya eres, sin más.
Y desde ese lugar de Ser, puedes construir una práctica que te sostenga, te nutra y te devuelva a ti, para tener una vida más coherente y plena.
Si estás empezando y necesitas reconectar contigo desde lo más simple, desde lo esencial:
descubre nuestro Curso de Iniciación a Yoga.
Si ya practicas, pero sientes que necesitas un camino más claro, profundo y coherente para restaurar cuerpo y mente:
Únete a la Mentoría Samadhi. Un paso a paso para volver a ti.
Te agradezco mucho que hayas decidido compartir este ratito de yoga conmigo, me encantará que me dejes un comentario en Spotify, en nuesto canal de Telegram o RRSS y sobretodo, muchas gracias por unirte a La Escuela online en Enyógate.com, porque de esa manera lo que hago cobra sentido y además me ayudas a que pueda seguir ofreciendo espacios como este.
Te espero en el próximo episodio. Que tengas un día estupendo, consciente y lleno de sentido. Namasté.
Deja una respuesta