Cómo empezar y mantener una práctica de meditación en casa


Episodio 58. Cómo empezar y mantener una práctica de meditación en casa

La idea de meditar suena genial, pero… ¿por dónde empiezo?

Has leído sobre los beneficios, has escuchado a gente decir que les ha cambiado la vida, incluso te has planteado intentarlo más de una vez. Pero cuando te sientas, de repente te sientes inquieto, te distraes o te preguntas si lo estás haciendo bien. Y poco a poco, lo vas dejando.

Tranquilo, esto es más común de lo que crees. Y la buena noticia es que empezar (y mantener) una práctica de meditación en casa no tiene por qué ser un desafío imposible. Lo único que necesitas es encontrar un enfoque que funcione para ti.

Pero antes de empezar te voy a invitar a echar un vistazo los cursos de yoga online en los que te enseño a tener una practica personal autónoma y adaptada a tus necesidades, sin depender de vídeos o meditaciones guiadas, y lo más importante, a crear tu estilo de vida yogui con el objetivo de sacar la felicidad fuera de la caja.

La clave: sencillez y constancia

Lo primero que hay que entender es que meditar no significa sentarse como un monje en total silencio durante horas. No nada en particular. Lo que realmente hace la diferencia es la constancia.

Empieza con poco. Unos minutos al día son suficientes al principio. Lo importante es establecer el hábito. Si intentas comenzar con sesiones de 20 minutos y te frustras, es más probable que abandones. En cambio, si empiezas poco a poco, será más fácil integrar la meditación en tu rutina diaria.

Recuerdo a Laura, una alumna que llegó a mí convencida de que nunca podría meditar. Al principio, apenas lograba mantener la atención durante unos segundos antes de sentirse abrumada por sus pensamientos. Pero decidió confiar en el proceso y empezó con solo unos minutos al día. Con el tiempo, esos minutos se convirtieron en cinco, luego en diez. Hoy, medita cada mañana sin esfuerzo, y me cuenta que su mente es más clara y tranquila que nunca. “Es como si antes mi cabeza fuera un mar agitado y ahora fuera un lago en calma”, compartía con los compañeros.

Crea un espacio que invite a la práctica

No hace falta que montes un altar, pero sí ayuda tener un lugar designado para meditar. Puede ser un rincón de tu casa donde te sientas cómodo, con un ambiente agradable y sin demasiadas distracciones.

Un cojín, una manta o incluso una silla pueden servir. Lo importante es que cuando llegues a ese espacio, tu mente lo asocie con tu momento de calma y te sea más fácil entrar en modo meditación. Con el tiempo, este rincón se convierte en un refugio, un lugar donde, al sentarte, tu cuerpo y tu mente saben automáticamente que es hora de desconectar del ruido exterior y conectar contigo mismo.

Encuentra la técnica que encaje contigo

No hay una única forma de meditar, y parte del proceso es descubrir cuál se adapta mejor a ti. Hay muchas maneras de entrenar la mente, y cada una tiene matices que pueden resonar de forma diferente en cada persona. Algunas prácticas se centran en la respiración, otras en la repetición de sonidos o en la observación del cuerpo. Y lo interesante es que, a medida que avanzas, tu forma de meditar puede ir evolucionando. Por ejemplo:

  • Meditación con la respiración: simplemente observa (con toda tu atención) cómo entra y sale el aire por tu nariz.
  • Mantras o afirmaciones: repetir mentalmente una palabra o frase te ayuda a mantener la concentración.
  • Meditación en movimiento: por ejemplo, caminar lentamente, concentrándote en cada paso y en las sensaciones del cuerpo.

Cada estilo tiene su propio ritmo y profundidad. Explorar distintas opciones te ayudará a descubrir qué es lo que realmente te funciona. Y lo más importante, te dará las herramientas para meditar sin depender de nada externo, puedes meditar en cualquier lugar y en cualquier momento si sabes cómo hacerlo.

La mente se distrae, ¡y es normal!

Una de las razones por las que muchas personas abandonan la meditación es porque creen que deben dejar la mente en blanco. Y cuando se dan cuenta de que los pensamientos siguen apareciendo, sienten que están fracasando.

Pero la realidad es que la mente está diseñada para pensar. No se trata de luchar contra los pensamientos ni de intentar eliminarlos, sino de aprender a convivir con ellos de una manera más consciente. En la meditación, nos entrenamos para observarlos como si fueran nubes en el cielo: aparecen, se mueven y desaparecen sin necesidad de que nos aferremos a ellos. Con la práctica, desarrollamos la capacidad de notar los pensamientos sin reaccionar de inmediato, lo que nos da más claridad y serenidad en nuestra vida diaria.

Así que cuando te distraigas (porque va a pasar), simplemente vuelve a tu respiración, a tu mantra o a tu práctica, sin juzgarte. Esa es la meditación.

Encuentra el momento adecuado

El mejor momento para meditar es aquel en el que realmente puedas hacerlo. Hay quienes prefieren la mañana, justo al despertar, porque les ayuda a empezar el día con claridad. Otros lo hacen por la noche, para desconectar y relajarse antes de dormir. Pero lo importante no es solo elegir un momento, sino planificarlo activamente. Si no le damos un espacio concreto en nuestra agenda, es fácil que la intención de meditar se quede en el aire y termine diluyéndose entre las responsabilidades del día.

Así como programamos reuniones o recordamos citas importantes, reservar un momento específico para la meditación aumenta la probabilidad de que realmente suceda. Crear este hábito no solo nos ayuda a sostener la práctica en el tiempo, sino que también nos permite darle el valor y la prioridad que merece en nuestra vida diaria.

No importa la hora, lo que importa es que sea un momento que puedas sostener en el tiempo.

Superando los bloqueos mentales

A veces, lo que nos impide meditar no es la falta de tiempo, sino las creencias que tenemos sobre la práctica. Puede que pienses que “no eres bueno en esto”, que “no tienes paciencia” o que “tu mente está demasiado inquieta”.

La meditación no es un talento innato, sino una habilidad que se cultiva con la práctica. Cuanto más la entrenes, más natural se volverá. Lo esencial es comprometerte con la práctica sin exigencias de perfección, aceptando cada sesión como parte del proceso.

También es común que la mente nos juegue trampas mientras meditamos, lanzándonos pensamientos que nos hacen dudar de si lo estamos haciendo bien. Es posible que sientas que no avanzas, que estás perdiendo el tiempo o que no eres capaz de concentrarte. Pero todo esto forma parte del proceso. La mente buscará excusas para sacarte de la práctica, porque no está acostumbrada a la quietud. En esos momentos, en lugar de rendirte, simplemente observa esos pensamientos sin dejarte arrastrar por ellos.

Con el tiempo, notarás que estas trampas mentales pierden fuerza y que cada vez te resultará más fácil permanecer presente.

Lleva la meditación más allá del cojín

No hace falta estar sentado para meditar. Puedes practicar la atención plena mientras caminas, comes o incluso mientras lavas los platos. Se trata de llevar la consciencia al momento presente, en cualquier actividad que hagas.

Cuando te des cuenta de que puedes aplicar la meditación en tu día a día, te resultará más fácil integrarla como un hábito natural.

Empieza hoy, sin complicarte

Si llevas tiempo queriendo meditar pero sientes que no avanzas, empieza hoy mismo con un sólo minuto. Siéntate, respira y siente tu cuerpo. Ya has dado el primer paso, asumible ¿verdad?

Si quieres aprender técnicas más profundas y recibir guía para establecer tu práctica, en Mente en calma, mente feliz te acompañamos paso a paso para que puedas integrar la meditación en tu vida de manera sencilla y efectiva.

La meditación no es algo que se logra, es algo que se vive. Y todo empieza con ese primer minuto.

Te agradezco mucho que hayas decidido compartir este ratito de yoga conmigo, me encantará que me dejes un comentario en Spotify, en nuesto canal de Telegram o RRSS y sobretodo, muchas gracias por unirte a La Escuela online en Enyógate.com, porque de esa manera lo que hago cobra sentido y además me ayudas a que pueda seguir ofreciendo espacios como este.

Te espero en el próximo episodio. Que tengas un día estupendo, consciente y lleno de sentido. Namasté.

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