Episodio 65. La mente es como un mono borracho picado por un escorpión
En el episodio de hoy vamos a hablar sobre una enseñanza budista que, aunque suene un poco exagerada, describe a la perfección lo que pasa en nuestra cabeza la mayor parte del tiempo.
También veremos cómo el yoga y la meditación ofrecen herramientas para calmar ese caos mental y encontrar algo de paz. Y sí, también hablaremos de los Yoga Sutras de Patanjali, porque hace miles de años ya nos dejaron pistas sobre cómo gestionar esta, a veces, locura interna.
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La mente es como un mono borracho picado por un escorpión
Seguro que te ha pasado: intentas relajarte, pero tu mente va por libre. Piensas en lo que tienes que hacer mañana, en aquella conversación incómoda que tuviste hace días, en si dejaste la luz del baño encendida. Todo al mismo tiempo. No para. No obedece.
Es posible que esta frase zen te resulte inquietantemente familiar: “La mente es como un mono borracho picado por un escorpión”. Esta poderosa metáfora describe con brutal claridad la naturaleza inquieta, inestable y errática de la mente humana.
Imagina por un momento a un mono, ya de por sí inquieto y juguetón, tambaleándose bajo los efectos del alcohol. Ahora agrégale el aguijón punzante de un escorpión. Salta, se agita, chilla y se retuerce sin control. Así es tu mente. La mía. La de todos: un flujo constante de pensamientos que van de un lado a otro, atrapados entre recuerdos del pasado, preocupaciones del futuro y una constante verborrea interna que parece no parar nunca.
Lo curioso es que, aunque nadie en su sano juicio dejaría que un mono borracho le guiara por la vida, eso es justo lo que hacemos: nos identificamos con cada pensamiento, nos dejamos llevar por cada emoción pasajera y permitimos que el caos mental dicte nuestras decisiones.
Observar sin identificarse
El problema no es que la mente genere pensamientos, porque esa es su función, es lo natural. El problema es que nos creemos todo lo que dice y nos dejamos arrastrar. Mucha gente cree que el objetivo de la meditación o del yoga es “quedarse en blanco” o apagar la mente, pero eso es imposible. Lo que sí se puede hacer es cambiar la relación con los pensamientos. La clave no está en luchar contra el “mono borracho”, sino en cambiar nuestra relación con él.
La verdadera práctica consiste en aprender a observar la mente sin identificarnos con su caos. No somos el mono descontrolado, sino el observador de sus movimientos. Cuando logramos tomar distancia de nuestros pensamientos y emociones, desarrollamos una claridad y una serenidad que nos permiten responder a la vida de manera más consciente, en lugar de reaccionar de forma automática e impulsiva.
El yoga y el control de la mente
Esta metáfora del “mono borracho” no es exclusiva del budismo. En el yoga se dice algo muy parecido. De hecho, el segundo sutra de Patanjali lo resume en pocas palabras:
“Yogas chitta vritti nirodhah” – El yoga es el cese de las fluctuaciones de la mente.
Patanjali nos enseña que el propósito del yoga es aquietar el constante movimiento de la mente (chitta vritti). La mente es naturalmente inquieta, como las olas del océano. Pero a través de la práctica del yoga, podemos reducir esas agitaciones y alcanzar un estado de mayor paz interior.
¿Y cómo se consigue eso? Con prácticas que trabajan con el cuerpo, la respiración y la mente.
Cómo el yoga y la meditación calman a la mente inquieta
El yoga es una disciplina diseñada para equilibrar el cuerpo y la mente. Cada parte tiene un propósito, y aquí te cuento cómo algunas prácticas pueden ayudarte a calmar a al “mono descontrolado”:
Asanas (Posturas de yoga)
El movimiento consciente del cuerpo ayuda a liberar el exceso de energía acumulada, permitiendo que la mente se estabilice. No es casualidad que te sientas más tranquilo después de una sesión de yoga. Algunas posturas, como Balasana (postura del niño), Savasana (postura del cadáver) o Sarvangasana (postura de la vela) son especialmente efectivas para relajar el sistema nervioso.
Pranayama (Control de la energía a través de la respiración)
Cuando la respiración es agitada, la mente también lo es. Cuando respiramos lento y profundo, el sistema nervioso se relaja. Técnicas como Nadi Shodhana (respiración alterna) o Bhramari (respiración del zumbido de abeja) pueden reducir la ansiedad y estabilizar los pensamientos erráticos.
Pratyahara (Retiro de los sentidos)
Vivimos bombardeados por estímulos. Ruido, pantallas, notificaciones. La mente nunca descansa. Reducir el exceso de información externa es clave para que pueda aquietarse. Pasar tiempo en la naturaleza, hacer ayunos digitales o simplemente estar en silencio ayuda más de lo que crees. Las técnicas de interiorización que se practican en yoga nos ayudan a descansar los sentidos, y por lo tanto, la mente, y nos preparan para la meditación.
Dhyana (Meditación)
La meditación es el método más directo para observar y aquietar la mente. Cuando nos sentamos a meditar, aprendemos a ver los pensamientos sin reaccionar ante ellos. Al principio es difícil, porque la mente sigue su inercia. Pero con la práctica, el mono deja de gritar tanto y empieza a serenarse.
Estrategias adicionales para calmar al “mono”
Aunque la mente nunca dejará de generar pensamientos, sí podemos hacer que su oleaje sea más tranquilo y menos turbulento. Aquí van algunas ideas prácticas para encontrar más calma:
Acepta el caos
La mente no es una máquina perfecta. Es errante, impredecible y a veces insoportable. En lugar de luchar con ella, aprende a observarla sin resistirte. No siempre puedes controlar lo que piensas, pero sí cómo reaccionas a ello, y eso te dará más paz y equilibrio.
Reduce las distracciones
Vivimos en un mundo donde las distracciones son constantes. La tecnología nos tiene sobreestimulados. Si quieres calmar la mente, empieza por reducir el ruido externo: el exceso de tecnología, las redes sociales y la sobrecarga de información alimentan la agitación mental. Reduce estos estímulos externos y permítete espacios de desconexión.
Ejercicio y contacto con la naturaleza
Mover el cuerpo a través de actividades como el yoga, caminar al aire libre o simplemente pasar tiempo en la naturaleza ayuda a canalizar el exceso de energía mental y a encontrar un equilibrio. Salir un poco de la cabeza e ir al cuerpo es una buena estrategia para reducir el ruido mental.
Conclusión
La enseñanza de esta frase zen y su relación con el yoga nos recuerdan que la mente siempre tenderá a moverse sin descanso, pero podemos aprender a relacionarnos con ella de una manera más sabia. No se trata de domesticar al “mono borracho”, sino de observarlo con paciencia y compasión hasta que, poco a poco, se vaya calmando.
El yoga y la meditación nos ofrecen un camino para dejar de ser esclavos de nuestros pensamientos. Con la práctica constante, podemos aprender a habitar la calma y a encontrar la paz incluso en medio del caos. La próxima vez que te sientas atrapado en una tormenta de pensamientos, recuerda: no eres el mono. Eres el observador. Y ahí empieza la verdadera libertad. Es el primer paso hacia la calma y la paz interior duraderas.
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Te espero en el próximo episodio. Que tengas un día estupendo, consciente y lleno de sentido. Namasté.
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