episodio 25. El Árbol que no sabía quién era: un cuento para reflexionar sobre la autenticidad desde el yoga
En el episodio del podcast de hoy comparto contigo el cuento del árbol que no sabía quién era, el cual nos invita a reflexionar sobre la importancia de la autenticidad y el autoconocimiento.
En un mundo que constantemente nos empuja a compararnos, el yoga nos recuerda que la verdadera felicidad no está en ser como los demás, sino en ser nosotros mismos, con toda nuestra imperfección y belleza.
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El Árbol que no sabía quién era
Había una vez, en un lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un jardín esplendoroso. Este jardín estaba lleno de árboles magníficos: manzanos que ofrecían frutos dulces, naranjos que llenaban el aire con su aroma, perales con ramas rebosantes, y grandes rosales adornados de rosas vibrantes. Todo era alegría en este paraíso, excepto por un árbol que se sentía profundamente triste.
Este árbol no daba frutos, ni flores, ni sombra. Observaba a los demás con admiración, pero también con una punzada de dolor.
– “No sé quién soy…” – se lamentaba en silencio.
El manzano, orgulloso de sus logros, trataba de animarlo:
– “Si realmente te concentras, podrías dar manzanas tan jugosas como las mías. Es fácil, mira mis ramas”.
El rosal, igualmente seguro de sí mismo, intervenía:
– “No le hagas caso. Las rosas son lo que deberías dar. ¿Por qué no pruebas? Mira qué hermosas son mis flores”.
El árbol, desesperado, intentaba seguir cada consejo que le daban. Pero por más que lo intentaba, no podía dar ni una manzana, ni una rosa, ni mucho menos un fruto. Cada día su tristeza crecía más.
Un día llegó al jardín un búho, la más sabia de las aves. Al escuchar el lamento del árbol, exclamó:
– “Tu problema no es tan grave como crees. Tu único problema es que no sabes quién eres. No tienes que ser como los demás. Escucha tu voz interior. Descúbrete a ti mismo”.
El árbol, desconcertado, cerró los ojos. Al principio, solo encontró silencio, pero poco a poco su corazón comenzó a susurrarle:
“Tú no darás manzanas porque no eres un manzano. Ni rosas porque no eres un rosal. Tú eres un roble. Tu propósito es crecer alto y majestuoso, ofrecer sombra a los viajeros, nido a las aves y belleza al paisaje. Sé quien eres”.
Con esta revelación, el árbol dejó de compararse con los demás. Se concentró en ser él mismo, en crecer y ocupar su espacio en el jardín. Pronto, su majestuosidad se hizo evidente, y todos los seres del jardín comenzaron a admirarlo por lo que realmente era.
Finalmente, el jardín se llenó de verdadera armonía, porque cada árbol celebraba su esencia y contribuía con lo mejor de sí mismo.
una invitación a vivir con autenticidad desde el yoga
Este hermoso relato nos invita a reflexionar sobre algo que enfrentamos en algún momento de nuestra vida: la comparación y la falta de autenticidad. En el yoga, esta enseñanza se conecta profundamente con dos conceptos esenciales: dharma (nuestro propósito o camino individual) y svadhyaya (el autoconocimiento).
El árbol de este cuento nos recuerda que todos tenemos un propósito único. En nuestra sociedad, es fácil caer en la trampa de querer ser como los demás: tan productivos como aquella persona, tan exitosos como otra, o tan “perfectos” como creemos que debemos ser. Pero cuando tratamos de vivir en función de las expectativas externas, terminamos desconectados de nuestra verdadera esencia, igual que el árbol que intentaba dar frutos que no le correspondían.
El yoga nos ofrece herramientas para reconectarnos con lo que somos. A través de la meditación, el pranayama y la práctica de asanas, aprendemos a escuchar nuestra voz interior. Esa voz nos guía hacia nuestro ser auténtico, alejándonos de la necesidad de compararnos o de intentar encajar en moldes que no son los nuestros.
La comparación: el ladrón de la felicidad
En el cuento, el árbol desperdicia su energía tratando de ser lo que no es. Esto es algo que hacemos frecuentemente. Cuando nos comparamos con otros, perdemos de vista nuestros talentos y virtudes, y nos quedamos atrapados en un ciclo de frustración.
Desde el yoga, esta comparación nos aleja de santosha, el contentamiento. Este principio del yoga nos invita a aceptar y celebrar lo que somos en el momento presente. No se trata de conformarnos, sino de valorarnos tal como somos mientras trabajamos en nuestro crecimiento.
El yoga como camino hacia el autoconocimiento
El momento en que el árbol cierra los ojos y escucha su voz interior es muy similar a lo que ocurre durante una meditación profunda. Es ahí, en el silencio, donde podemos descubrirnos a nosotros mismos. Este proceso de svadhyaya es uno de los pilares del yoga y nos lleva a entender que no necesitamos ser como los demás para sentirnos completos.
Además, el yoga enseña que nuestro propósito en la vida no siempre tiene que ser “productivo” en el sentido convencional. A veces, nuestro propósito puede ser tan simple y poderoso como el del roble: ofrecer refugio, sombra o simplemente embellecer el mundo con nuestra presencia auténtica.
Cómo aplicar la enseñanza del cuento en nuestra vida
- Deja de compararte: Como el árbol, acepta que no puedes ser todo para todos. Reconoce lo que te hace único y valioso.
- Escucha tu voz interior: Dedica tiempo al silencio, ya sea a través de la meditación, el yoga o simplemente un paseo en la naturaleza.
- Acepta tu proceso: No importa dónde estés en tu camino, cada etapa tiene algo que enseñarte. Confía en que estás donde necesitas estar.
Así que… ¿qué tal si hoy te tomas un momento para cerrar los ojos, escuchar tu corazón y preguntarte: “¿Quién soy yo realmente?” 🌳?
Te agradezco mucho que hayas decidido compartir este ratito de yoga conmigo, me encantará que me dejes un comentario en Spotify, en nuesto canal de Telegram o RRSS y sobretodo, muchas gracias por unirte a La Escuela online en Enyógate.com, porque de esa manera lo que hago cobra sentido y además me ayudas a que pueda seguir ofreciendo espacios como este.
Te espero en el próximo episodio. Que tengas un día estupendo, consciente y lleno de sentido. Namasté.


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